Estrategia y planeación
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Se trata de ganar
La estrategia no es un PowerPoint eterno ni un mapa del tesoro que nadie entiende. Es, en esencia, un conjunto de decisiones clave —sabias, valientes y rebeldes— que tomamos para diferenciarnos y ganar. Porque sí, en este juego la idea es ganar. No a codazos, pero sí con inteligencia, originalidad y propósito.
Cuando hablamos de estrategia, hablamos de marcar un camino con luces altas. Un camino claro que nos permita avanzar con seguridad, para que la marca no solo se vea bonita, sino que conquiste, convenza, conecte y salga victoriosa en cualquier territorio: desde la góndola del supermercado hasta el feed saturado de Instagram.
Una buena estrategia no es un PDF de 90 páginas. Es simple. Es filosa. Y sobre todo, está enfocada en resaltar aquello que hace única a una marca para que pueda enfrentarse con dignidad y con estilo a todos sus contrincantes.
¿Quiénes son los contrincantes?
La competencia, claro. Pero también la distracción, las ideas preconcebidas, la infoxicación (¡sí, eso existe!), las fake news, los algoritmos, las tendencias pasajeras, y hasta ese scroll eterno que nos hace olvidar lo que vimos hace 30 segundos.
¿Y entonces, cómo se gana?
Haciendo las cosas diferente. Con estrategia, sí, pero también con astucia, intuición y creatividad. Hay que sorprender. Cortar el ruido. Y sobre todo, decir algo con sentido. Porque si no dice nada, no importa cuán brillante sea la idea, nadie la va a recordar.
¿Y cómo sabemos si estamos ganando?
Aquí entra la parte menos glamorosa pero absolutamente necesaria: medir. Se trata de ejecutar con intención, implementar con coherencia, integrar tecnología (la justa y necesaria), observar, aprender, iterar y mejorar. Porque una estrategia viva es una estrategia que se adapta. Que no se duerme. Que no se rinde.